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martes, 29 de marzo de 2011

El capitalismo Libio

Prensa Opción Obrera 19 - Marzo 2011

El capitalismo Libio

Desde que Bush sacó a Khadafy del ostracismo en 2004, al tiempo que invadía Irak, varios bancos de EE.UU. sirvieron de intermediarios para los petrodólares que el régimen libio invirtió en el extranjero a través de la sociedad LIA, se estimaba una caja con unos 65.000 millones de euros.

Su principal socio comercial es Italia, el segundo es Alemania. España, en el 2007, firmó acuerdos para vender armas a Trípoli por valor de 1.500 millones de euros y confiaba en cerrar contratos comerciales por un monto de 12.300 millones, según revela un cable secreto del portal WikiLeaks despachado por el embajador de Estados Unidos en Madrid.

El jefe del Consejo Libio de Viviendas e Infraestructuras, Mohamed Abujela al Mabruk, dijo que aproximadamente la mitad de la inversión prevista de 62.000 millones de dinares libios (47.000 millones de dólares) en proyectos de construcción para 2008 ha sido ya adjudicada, básicamente a compañías extranjeras”. Añadió que “esperaba que la inversión aumentara en unos 10.000 millones de dinares en los próximos años".

Y agregaba, "Aunque China y Turquía han recibido la mayor parte de los contratos adjudicados hasta ahora”, Mabruk subrayó “que hay todavía mucho espacio para que las compañías de Estados Unidos compitan potencialmente en proyectos todavía más grandes que los adjudicados hasta la fecha".

En los dos últimos años, el primer ministro Silvio Berlusconi ha visitado ocho veces Libia, y el coronel ha plantado sus jaimas (tiendas nómadas) en Italia en cuatro ocasiones. Il Cavaliere pudo cumplir así su promesa electoral (reducir la inmigración clandestina) y abrió de par en par las puertas de Italia a los fondos libios, ayudando a legitimarlos en los mercados internacionales.

Gracias al Tratado de Amistad, Asociación y Cooperación, firmado el 30 de agosto de 2008, Italia pasó a ser uno de los puertos financieros favoritos de Khadafy; el coronel es hoy el quinto inversor individual por volumen de negocios de la Bolsa de Milán.

Trípoli es el primer accionista de Unicredit, el mayor banco de Italia, con una cuota del 7,5%, valorada en unos 2.500 millones. En septiembre de 2010, el fondo Libian Investment Authority (LIA) compró un 2% de las acciones del banco, que se sumó al 4,9% que habían adquirido dos años antes LIA, el Banco Central de Libia y el Libyan Foreign Bank.

A través de esa escalada en uno de los gigantes de la banca europea (más de 10.200 sucursales en 22 países), Libia -es decir, el régimen de Khadafy- se hizo con el sillón principal de un consejo de administración donde el segundo accionista es Mediobanca, del que es consejera la hija mayor de Berlusconi, Marina. La compraventa produjo en septiembre pasado un sismo en el sector financiero, incluida la dimisión del consejero delegado de Unicredit, Alessandro Profumo. La xenófoba Liga del Norte se quejó en público, pero de hecho aumentó su poder en el banco. Y para que no quedara nadie descontento, el LIA creó un fondo conjunto de 500 millones de dólares con Mediobanca, banco en teoría rival, para rescatar a compañías en apuros.

La operación catapultó a Khadafy al corazón de las instituciones financieras italianas y europeas: de los 316 votos que administran el Banco de Italia, Unicredit posee 50, tantos como el San Paolo. El Banco de Italia posee el 12,5% de los derechos del Banco Central Europeo.

Países de la UE importan casi el 90% del crudo libio. Un día tras el levantamiento del pueblo libio, sucedió  que la Bolsa de Milán estuvo cerrada toda la mañana a causa de una nunca aclarada "falla técnica". El mercado de Piazza Affari paró por completo durante seis horas. Casi nadie entendía nada. El regulador pedía explicaciones, los brokers protestaban. Poco después se supo la verdad. No había tal falla, sino solo miedo al derrumbe de Khadafy. El cierre se produjo por temor a que se hundieran los títulos de las empresas italianas con intereses en Libia y de las sociedades en las que ha invertido el líder libio.

El día anterior, lunes, empezaron a llegar noticias sangrientas desde Trípoli. En solo unas horas, los títulos de la crema industrial, energética y bancaria italiana (Finmeccanica, Impregilo, Mediobanca, Generali, Fiat, ENI) perdieron en el mercado milanés porcentajes cercanos al 5%.

Libia acababa de comprar el 2% de las acciones del grupo estatal Finmeccanica, octavo vendedor de armas y equipos aeroespaciales del mundo.

LIA puso en la mesa 224 millones de libras. Erdogan, primer ministro turco, por haber adobado los millonarios contratos bilaterales, recibiría en Trípoli, hace un par de meses, el Premio Khadafy a los derechos humanos.

Alemania tiene todo tipo de negocios con Libia, que tocan al transporte, la construcción de infraestructuras turísticas y, por supuesto, el petróleo. Libia suministra algo más del 10% del crudo importado por Alemania: es su cuarto proveedor, después de la Rusia de Putin, Noruega y Gran Bretaña.

La gran arma de seducción empleada por Khadafy, para conquistar al mismo mundo que una vez lo condenó al ostracismo, se llama LIA. Varios bancos norteamericanos manejan, cada uno, entre 300 y 500 millones de dólares de los fondos de LIA.

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